Ya daba comienzo nuestra aventura conociendo Jordania y a las 7:30am ya estábamos en el restaurante del hotel listos para el desayuno que estaba incluido con la estadía. El desayuno era servido en un bufet del que yo seleccioné huevo hervido, papas fritas, salchichas, jamón, falafel, pan y fruta. No era un desayuno cinco estrellas, pero no estaba mal y nos mantuvo con la barriga llena hasta el almuerzo.
Tras el desayuno nos fuimos a visitar una de las atracciones principales de la ciudad de Ammán, las ruinas de La Ciudadela que quedaba a menos de veinte minutos en carro. La Ciudadela fue construida en la cima de Jebel Al Qala’a, una de las colinas más altas de la ciudad. Fue habitada por más de 7,000 años y es uno de los lugares habitados continuamente más antiguos del mundo. En la historia de la Ciudadela están presentes civilizaciones importantes que se extendían por continentes y prosperaban durante siglos, ya que cada imperio dejaba paso al siguiente. Algunas de esas civilizaciones fueron los asirios, griegos, persas, babilonios, romanos, musulmanes, otomanos. También fue testigo del nacimiento de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam.
Dejamos las guaguas en el estacionamiento para visitantes que es gratis y procedimos a la entrada. Aquí utilizamos el Jordan Pass para poder entrar porque es una de las atracciones que está incluida con el pase. Tan pronto entramos a la Ciudadela vimos la mejor panorámica de Ammán. Estuvimos un rato observando la ciudad, y pudimos apreciar la arquitectura de las casas, vimos el Teatro Romano que queda a los pies de la Ciudadela y hasta los murales que hay dispersos en diferentes edificios.
Lo primero que vimos en la Ciudadela fue el Templo Romano de Hércules, o las ruinas de lo que fue un templo de dimensiones bastantes grandes. También se le conoce como el Gran Templo de Ammán y es un templo romano del siglo II a.C. que se construyó bajo el emperador romano Marco Aurelio. No está completamente confirmado que allí se le rindiera culto a Hércules, pero las monedas halladas en el templo parecen representar a este semidios. Tras el paso de los años y algunos terremotos, hoy solo queda unas columnas con capiteles corintios y un amplio podio de piedra.
Un poco más adelante nos encontramos con la Cisterna Omeya, que es una enorme cisterna abierta, es decir, sin cubierta. Se construyó en el siglo VIII durante el Califato Omeya para suplirle agua al palacio. Mide 17.5 m (58 pies) de diámetro, con muros de piedra de 2.5 m (8 pies) de espesor. La superficie interior estaba cubierta por una capa impermeable de yeso. El piso inclinado juntaba los sedimentos en el fondo. En la cisterna podían ser recolectados hasta 1,370 metro cúbicos (48,300 pies cúbicos) de agua. El agua que provenía de los techos de los edificios adyacentes y de las superficies pavimentadas era recolectada a través de canales que hacían fluir el agua hacia la cisterna. La cisterna proveía agua a los baños y letrinas entre otras áreas.
Justo al lado de la cisterna está el Palacio Omeya. Este palacio es el edificio mejor conservado de la ciudadela. Su construcción data de principios del siglo VIII y sirvió como palacio para la realeza árabe omeya, cuando el islam ya estaba instaurado en Ammán. El palacio es parte de un complejo en la cual había otras edificaciones como la mezquita omeya y la residencia omeya, pero de éstas solo queda algunos cimientos. El palacio tiene forma de una cruz y una cúpula azul que fue reconstruida.
El último lugar que visitamos en la Ciudadela fue el Museo Arqueológico de Jordania cuya entrada también estaba incluida en el Jordan Pass. El museo es un edificio mucho más reciente, fue construido en el 1951 y tiene en exposición objetos de los sitios arqueológicos de Jordania, que datan desde la prehistoria hasta el siglo XV. Las colecciones se presentan en orden cronológico e incluyen elementos de la vida cotidiana, como cuarzos, vidrio, metal y objetos de cerámica, así como elementos más artísticos como joyas y estatuas. El museo incluye algunas de las estatuas de Ain Ghazal, que se encuentran entre las más antiguas jamás hechas por la civilización humana. En un pasado, el museo albergaba algunos de los Manuscritos del Mar Muerto que ahora se exhiben en el recientemente establecido Museo de Jordania.
Estaba lloviendo levemente cuando terminamos de ver el museo y nos pusimos en marcha para bajar la colina en dirección al Teatro Romano. Mientras bajábamos, íbamos viendo el teatro más cerca y se veía impresionante. Y es que a mí en lo personal me encanta la arquitectura, y estas construcciones romanas antiguas son un manjar para la vista. Al llegar abajo cruzamos la calle y ahí teníamos de frente al gran Teatro Romano. En el siglo II los romanos construyeron este teatro con capacidad de hasta 6,000 personas durante el periodo romano cuando la ciudad era conocida como Filadelfia. Está muy bien conservado para ser tan antiguo, y fue construido en la ladera de una de las colinas de la ciudad orientado hacia el norte para cubrir del sol a los espectadores. Fue dividido en tres niveles y cuenta con varios accesos laterales. Los espacios detrás de estas entradas ahora albergan el Museo Jordano de Tradiciones Populares y el Museo Jordano del Folklor. En la actualidad el teatro es usado para actividades culturales y conciertos por su buena acústica.
La entrada estaba incluida con el Jordan Pass, así que no tuvimos que pagar entrada. Tan pronto entramos pudimos ver los detalles del teatro. Lo recorrimos completo a pesar de que estaba aún lloviendo. Subimos hasta lo más alto del teatro desde donde tuvimos apreciar mejor la magnitud del teatro. Nos sentamos en sus bancos, los mismos bancos que llevan aguantado el peso del ser humano por 19 largos siglos. Caminamos por sus tres niveles, de un extremo al otro capturando las mejores fotos. Luego la lluvia se intensificó un poco más y decidimos bajar e ir a visitar uno de los museos que se encuentra en el mismo teatro. Y fue en ese museo donde vimos los primeros pisos hechos en mosaicos, o pedazos de lo que alguna vez fue un piso. Y lo que no sabíamos es que el resto de nuestro viaje por este país estaríamos viendo muchos más de esos hermosos pisos.
Nuestra siguiente visita era a la Mezquita del Rey Abdalá I y para esto cogimos un Uber que nos llevara hasta la cima de la Ciudadela para recoger las guaguas e irnos conduciendo a la mezquita. Apenas nos tardamos 10 minutos en llegar al recinto religioso. La Mezquita del Rey Abdalá I es la única mezquita de Ammán que se puede visitar si no eres musulmán. La mezquita es un edificio moderno, construido entre 1982 y 1989 en honor al rey Abdalá I de Jordania. La entrada no está incluida en el Jordan Pass, pero solo nos costó 2 dinares (US$2.80). La mezquita tiene una distintiva cúpula cubierta de bonitos mosaicos azules. Nunca había visto una mezquita con un color azul tan llamativo. Procedimos a seguir al guía pues las visitas son guiadas. Él nos habló un poco de la historia de la mezquita y nos respondieron preguntas. Y pudimos entrar al salón de oración que es igual de impresionante y bonito que el exterior del templo. El salón es bastante grande, tiene forma octogonal, hay una lámpara gigante colgando del techo y en ese espacio caben nada más y nada menos que 3,000 feligreses.
Tras haber conocido la mezquita, y haber quedado impresionados con ella, nos fuimos a la famosa Rainbow Street. Esta calle es conocida por estar llena de cafés, bares, restaurantes, tiendas, y está llena de mucho color. Nos estacionamos y fuimos en búsqueda de un lugar donde comer. Nos decidimos por Cozy Casa y fue todo un acierto. Mi fokhara de res y sopa de setas estaban muy rica. Y ahí no solo venden comida, sino que también tienen shishas o hookas, algo que es muy común en Jordania.
Tras la cena nos fuimos a recorrer la Rainbow Street. Hay mucho color en esta calle, vimos murales, casas muy bonitas, lámparas de colores colgando de cables que cruzaban la calle de una acera a otra, y estos adornos coloridos estaban en cada esquina. Terminamos esa noche dándonos unas cervezas Petra en una barra que se llama Somewhere Else. Esa cerveza es muy buena y la estuvimos bebiendo en otros lugares durante el viaje. Fue la perfecta forma de terminar nuestro primer día en Jordania.
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