Ya por fin tocaba visitar la que sería mi séptima y última maravilla del mundo moderno. Para ellos dimos el mega madrugón, desayunamos en el hotel y ya a las 7am estábamos entrando a Petra. La entrada al parque arqueológico está incluida con el Jordan Pass, y en el caso de nosotros, estaba incluida para dos días. Y es que Petra es tan enorme, que recomiendo que cojan el pase de 2 o 3 días porque un solo día no será suficiente. Los horarios varían según la temporada, en verano de marzo a octubre abren de 6am a 6pm y en invierno de octubre a marzo abren de 6am a 5:30pm.
A Petra se le conoce como “la ciudad perdida” no solo porque así lo estuvo durante siglos, desde el siglo VI d.C. cuando sus habitantes abandonaran la ciudad y cayó en el olvido, hasta que fue redescubierta en el siglo XIX por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, sino también porque quedó oculta bajo la arena. Tormentas de arena, los terremotos y las numerosas inundaciones la fueron enterrando poco a poco hasta tal punto que lo que podemos ver en la actualidad es tan sólo el 20% de la ciudad, aunque las excavaciones continúan desenterrando edificios.
Y al contrario de lo que muchos creen, la ciudad de Petra no fue construida en piedra sino excavada y esculpida en la roca, formando un conjunto monumental único que le valió para ser incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad en 1985. Y es que los trabajos debieron ser muy arduos, pues en esta ciudad llegaron a vivir más de 30,000 personas.
A unos 400 m de la entrada del Siq vimos tres grandes tumbas monolíticas con forma de bloque en el lado derecho del camino. Los beduinos nativos cuentan que eran moradas de djinn (fantasmas) o cisternas (as-Sahrij), lo que podría estar relacionado no solo con su forma, sino también con un uso probable en tiempos bizantinos. Existen seis monumentos con forma de bloque de este tipo en Petra, tallados en las rocas por los cuatro lados. No es posible una datación exacta, pero probablemente sean del siglo II a.C., si no ya del siglo III a.C., por lo que pertenecen a las tumbas monumentales más antiguas de la capital nabatea.
A pocos pasos de los bloques Djin nos encontramos con uno de los varios triclinios que hay dispersos por Petra. Un triclinio es un salón comedor muy utilizado en la antigüedad con tres bancos (o sofás) en los que los huéspedes se reclinaban mientras comían. En Petra se han encontrado más de un centenar de triclinios de diferentes tamaños, de los cuales una cuarta parte están conectados a las tumbas y se utilizaban para rituales donde hacían banquetes en honor de los difuntos.
Pasamos el triclinio y rápido llegamos a la entrada del Siq. Desde los cuatro puntos cardinales conducían rutas hacia la antigua metrópoli nabatea, pero el principal acceso era sin duda este pasaje desde el oriente a través del Siq. El Siq es un cañón de más de 1.2 km que en algunos lugares llega a tener sólo 3 m de ancho y hasta 70 m de profundidad. Solía ser parte del cauce de Wadi Musa, hasta que fue desviado por los nabateos para proteger el Siq de las peligrosas inundaciones repentinas.
Como llegamos temprano en la mañana, vimos como los primeros rayos del sol iluminaban las paredes del Siq de un color anaranjado. Mientras caminábamos íbamos observando los detalles de las paredes del cañón. Los nabateos esculpieron también las paredes del cañón, y entras las cosas que vimos una de ellas fue una caravana de camellos (ya muy degastados por el paso del tiempo) a ambos lados del Siq. Cuando llegamos a la última sección del camino, comenzamos a ver entre los estrechos y oscuros acantilados la impresionante fachada de Al-Khazneh (el Tesoro), la atracción más famosa de Petra.
Al-Khazneh significa El Tesoro en árabe y el nombre proviene de la creencia de los beduinos locales de que un faraón egipcio había escondido un tesoro en la urna sobre la cima. Solían dispararle a la urna de piedra con la vana esperanza de que el oro y las gemas cayeran de ella. Se cree que El Tesoro fue construido como mausoleo y cripta a principios del siglo I d.C. Y un monumento funerario tan representativo en un lugar tan prominente sólo pudo haber estado dedicado a un rey o a una reina. Y como todas las edificaciones en la ciudad de Petra, esta también fue tallada en la roca.
Tener a la maravilla del Tesoro de frente fue impactante. Era más grande de lo que yo imaginaba, especialmente con respecto a la altura de la edificación. Y pensar que éste, y todo lo que viéramos durante nuestro recorrido de la ciudad había sido tallado en la piedra hace 2,000 años atrás era aún mas impresionante. Ya había turistas en el área, pero pudimos manejar la situación para tomar unas buenas fotos del lugar. Puedes pagar para tomarte una foto montado en un camello, pero eso es algo que decidimos no hacer, no somos muy fans de ese tipo de turismo donde se explotan los animales. Decidimos mejor buscar un lugar y ángulo desde donde no se viera tanto a los turistas y allí nos tomamos nuestras fotos.
Tras las fotos seguimos nuestro recorrido y pasamos por la Calle de las Fachadas. Estas fachadas son tumbas gigantescas, alineadas una al lado de la otra, como una fila de mansiones. Es por esta razón que le llamaron de esa forma a la calle donde se encuentran. En esa parte hay varios puestos de personas que venden artesanías y recuerdos, nosotros no compramos nada porque apenas comenzábamos nuestro recorrido. Mas adelante vimos la necrópolis más antigua de Petra, llamada Necrópolis del Teatro.
Frente a la necrópolis vimos el Teatro Nabateo, que nos recordaba a los teatros que vimos en Jerash, aunque este se veía mucho menos conservado y hasta de un diseño más simple. El auditorio tenía una capacidad de ocho mil espectadores y se utilizaba para representaciones culturales o de culto. Un señor con dos camellos estaba posando (o esperando una víctima) justo frente al teatro. Y eso fue algo que vimos continuamente, la utilización de animales para el turismo.
Después del teatro decidimos desviarnos del camino principal y recorrer el sendero al-Khubtha que comienza justo donde se encuentra las Tumbas Reales. Estas tumbas componen una serie de grandes mausoleos con impresionantes fachadas excavados en la ladera occidental del macizo rocoso de Jabal al-Khubtha. No es posible asociar las tumbas con gobernantes nabateos debido a la falta de pruebas arqueológicas, pero investigaciones recientes parecen confirmar su contexto real. Los estudios del Proyecto del Noreste de Petra (NEPP) en una colina frente a al-Khubtha postulan que la zona entre Wadi Musa y Wadi Mataha era el cuartel real de la capital nabatea, donde la monumental Tumba del Palacio podría haber servido como «la tumba o heroon de los reyes de Petra».
Las cuatro tumbas reales son la Tumba de la Urna, Tumba de la Seda, Tumba Corintia y la Tumba del Palacio. La primera que nos encontramos fue la Tumba de la Urna, que sobresale de las demás porque tiene una arquitectura más compleja. Las peculiaridades de esta tumba es su patio con columnas y que tiene un subpiso de bóvedas arqueadas. Esas peculiaridades fue lo que más me llamó la atención. Y desde el patio tuvimos unas vistas espectaculares de Petra. También creo que esta fue la única tumba a la que entramos. El interior es un espacio cuadrado con huecos excavados en las paredes. Es impresionante ver cómo la civilización nabatea construyó, excavó y talló las tumbas o toda la ciudad.
Al lado está la Tumba de la Seda que lleva ese nombre debido a los colores iridiscentes de su fachada de arsénica erosionada. Luego vimos la Tumba Corintia cuyo diseño fue basado en la estructura Al-Kkazneh o Tesoro. Y la última que vimos fue la Tumba del Palacio que lleva ese nombre por la arquitectura y detalles de su fachada. Esta tumba es uno de los monumentos más grandes de Petra, con una fachada de cinco niveles.
Justo después de esa última tumba comenzaba el sendero al-Khubtha. Este sendero no es fácil, comienza en una superficie bastante inclinada con unos escalones inexistentes por el paso del tiempo y del agua. Luego hay que subir un sinnúmero de escalones, cruzar lo que a mi entender es por donde pasa el agua en temporada de lluvias y seguir caminando hasta que se llega al mirador del Tesoro. El mirador está a 200 metros de altura y está ubicado en un quiosco beduino donde vender bebidas. Nosotros compramos agua y mientras consumíamos pues aprovechamos para fotografiarnos con el Tesoro a nuestras espaldas. Diría que fue la mejor vista del Tesoro que tuvimos. En total nos tardamos una hora desde que comenzamos el sendero hasta llegar al mirador.
Bajamos por donde mismo subimos y regresamos a la calle principal. Seguimos caminando hasta que llegamos a la Iglesia Bizantina. Al igual que las iglesias bizantinas que ya habíamos visitado previamente en los primeros días en Jordania, esta iglesia también tiene un piso en mosaico y está muy bien conservado. Fue erigida en varias fases a partir del 450 d.C., utilizando piedras de edificios nabateos y romanos destruidos por el terremoto del año 363 d.C. Alrededor del año 600, la basílica fue arrasada por un incendio y más tarde varios terremotos terminaron de derribarla. Los mosaicos del piso quedaron sepultados bajo las ruinas, lo que los protegió de la destrucción iconoclasta en épocas posteriores. Los mosaicos del piso representan objetos cotidianos, animales exóticos y mitológicos, así como personificaciones de las estaciones del año, del océano, la tierra y la sabiduría.
Terminamos de ver la iglesia y, como está localizada en una ladera, aprovechamos para observar los alrededores y tomar fotos del Gran Templo que se encuentra al otro lado de la Vía Columnada. El edificio monumental conocido como «Gran Templo» no estaba destinado al culto religioso, sino que fue construido como emblemática sala de recepción.
Bajamos de la iglesia y nos fuimos a ver el templo principal de la antigua ciudad llamado Qasr al-Bint. Los nabateos construyeron el templo más o menos al mismo tiempo que el famoso Al-Khazneh (Tesoro). Este templo es la estructura erigida mejor conservada de Petra. Solo se puede ver desde el exterior porque no se puede entrar a él.
A unos cuantos pasos de Qasr al-Bint está lo que yo llamaría el centro de la ciudad, donde hay restaurantes, coffee shop, baños, policía turística y WiFi. Luego de utilizar los baños comenzamos lo que sería el último sendero del día, el sendero Ad-Deir. Este es el sendero que lleva a la estructura que yo creo fue la que más me gustó, el Ad-Deir o Monasterio. Es un sendero es de un poco menos de 2 kilómetros y de intensidad difícil como el que habíamos hecho en la mañana. El sendero incluye 800 escalones que hay que subir ya al final justo antes de tener al Monasterio de frente.
Nosotros nos tardamos 50 minutos desde que iniciamos el sendero hasta que llegamos al Monasterio, y esas escaleras del final eran matadoras. Pero al final la recompensa esperaba y habría valido la pena. Cuando llegamos al Monasterio la luz dorada del atardecer iluminaba la estructura directamente de frente, dándole un tono más anaranjado. Este lugar de culto recibió el nombre de Ad Deir (monasterio) debido a una cruz de la época bizantina. La fachada sigue el modelo de la fachada de Khazneh (Tesoro), pero no es una tumba. Probablemente aquí se adoraba al rey nabateo Obodas, que era venerado como un dios.
Tras pasar cuarenta minutos tomándole fotos de todos los ángulos al Monasterio, y también descansando de la caminata, ya teníamos que bajar. Teníamos que salir de Petra antes de que oscureciera, y pronto iba el sol a hacer acto de escapismo. Pusimos marcha y bajamos el sendero por donde mismo habíamos subido. Eso implicaba caminar los casi 2 kilómetros del sendero más los 4 kilómetros de la calle principal hasta llegar a la salida del parque. Salimos del parque cansadísimos y con los pies que no aguantaban un paso más. Ese día pasamos 12 horas en Petra y caminamos un total 16 kilómetros.
Esa noche regresamos al mismo restaurante del día anterior, al Al-Wadi Restaurant, porque nos había encantado y queríamos probar otros platos. Me ordené sopas de setas, humus con pan, y shesh kebab y pagué 17.50 dinares. Y la comida igual de rica que la noche anterior, si van a Petra tienen que ir a comer ahí. Tras la cena fuimos directo al hotel a dormir y recuperar energías porque regresaríamos a Petra al día siguiente para recorrer otros senderos.
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