Al despertar nos fuimos a desayunar en el hotel cuyo desayuno estaba incluido en la reserva. Al terminar el desayuno, bajé a la calle y me encontré con un amigable burrito que se acercó a mi para que lo acariciara. Era bastante curiosos, se mantuvo a mi lado un buen rato, moviendo sus largas orejas.
El plan para el día era visitar la Reserva de la Biosfera de Dana. Esta reserva es un área que cuenta con belleza, historia y biodiversidad. Como única reserva de Jordania que abarca las cuatro zonas biogeográficas del país (mediterránea, irano-turana, saharo-árabe y sudanesa), reúne especies de Europa, África y Asia. Esta combinación de comunidades naturales en una sola zona es única en Jordania, y muchos de los animales y plantas de la Reserva de la Biosfera de Dana son muy poco comunes. Hasta ahora, se ha registrado un total de 800 especies de plantas y 449 especies de animales en la reserva. Veinticinco de estas especies se encuentran en peligro, como el gato del desierto, el lobo de Siria y el lagarto de cola espinosa.
Buscamos el equipaje y nos fuimos a la reserva. Desgraciadamente, al llegar nos notificaron que estaba cerrada. Lo único que pudimos hacer fue observar la reserva desde un mirador. La reserva tiene varios senderos, y algunos se suponen abren todo el año, incluyendo el sendero que lleva a la villa de Dana. Así que no comprendí porqué estaba cerrado. En el centro de visitantes nos dijeron algo, pero su inglés no era el mejor, y no entendí bien cuál fue la excusa que nos dieron.
Nos regresamos al carro y pusimos marcha en dirección al Mar Muerto. En la ruta hicimos una parada en una tienda donde compramos helado, agua y cosas de picar. También hicimos otra parada para recargar gasolina. La carretera que recorrimos para llegar al Mar Muerto iba bordeándolo y era impresionante ver las marcas en el terreno del nivel del mar según ha ido bajando a través de los años.
El Mar Muerto, un lago hipersalino interior de 80 km de longitud, se encuentra a unos 430 metros bajo el nivel del mar, lo que convierte sus orillas en el punto más bajo del planeta. También está considerado el mayor spa natural del mundo, por sus propiedades terapéuticas reconocidas desde la antigüedad.
Antes de ir al hotel paramos en el centro comercial Samarah Mall para buscar un lugar done comer. Terminamos en el pub y restaurante Rovers Return. Tan pronto entramos me dio una vibra a los pubs de Inglaterra que visitamos en el 2015. Esa tarde ordené la sopa de setas, camarones en salsa escampi con papas fritas y dos cervezas, y me costó 37 dinares. La sopa estaba exquisita y los camarones muy buenos también.
Luego por fin llegamos al Hilton Dead Sea Resort and Spa, que estaba justo al lado de Samarah Mall. Hicimos check in y nos fuimos al cuarto a dejar el equipaje. Los cuartos eran muy bonitos, con unos balcones que tienen vista al mar. Y como era ya el atardecer, pues el cielo se pintaba de tonalidades naranja. Al otro lado del Mar Muerto podíamos ver la costa de Palestina, un país el cual espero algún día visitar. Y para culminar el día, nos pasamos la noche bebiendo cervezas en el lobby del hotel.
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