Comenzamos nuestro último día en Cusco caminando por el centro colonial. En ese paseo llegamos al Arco de Santa Clara. El arco se construyó en el 1835 en conmemoración del inicio del establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana. En el tope del arco hay una estatua que representa la libertad y dos cóndores. Este monumento es considerado el arco de triunfo más hermoso de Perú.
Aprovechando el boleto turístico nos fuimos a Qorikancha, también conocido como Templo del Sol. Pero al llegar a la entrada nos dijeron que el boleto nos daba acceso al Museo de Sitio Qorikancha pero no al templo. Solo nos quedó apreciar el edificio desde el exterior. El templo fue construido en el siglo XIII y albergaba adoratorios a los diferentes dioses incas. El más importante fue el adoratorio al sol. Se cree que éste estuvo rodeado de oro mientras que el templo de la luna, de plata. Durante la invasión española el templo fue saqueado y luego se le asignó a la orden de los dominicos quienes edificaron la iglesia y convento de Santo Domingo. A lo largo de su historia, ambas estructuras (el Qorikancha y la iglesia de Santo Domingo) sufrieron hasta tres terremotos de intensa magnitud. Solo el templo cristiano sufrió daños considerable. El Qorikancha sigue intacto.
Detrás del templo vimos el Jardín Sagrado, huerto ceremonial que exhibía representaciones de maíz y plantas en oro, usadas en ofrendas al Inti durante festividades clave. Durante las fiestas del sol, los pueblos conquistados por los incas realizaban una peregrinación hasta la ciudad del Cusco trayendo distintas ofrendas que eran almacenadas en este jardín. Debajo del jardín se encuentra el Museo de Sitio pero estaba cerrado el día que fuimos. Aparentemente llevaba cerrado desde la pandemia.
De Qorikancha nos fuimos al Mercado San Pedro para poder recorrerlo y comprar algunos recuerdos. Este es el principal centro de abasto de la ciudad. Fue construido en 1925 por Gustavo Eiffel, y es el más antiguo de Cusco. En la actualidad cuenta con 1,180 puestos de venta y genera gran movimiento comercial en las calles que lo rodean. El mercado está organizado por bloques diferenciados por la mercadería que ofrece que incluye desde productos de pan, carnes, frutas, verduras, ropa e incluso productos de chamanería andina. Nosotros compramos llaveros, bolígrafos, chocolates y café.
Salimos del mercado y nos fuimos al hotel para prepararnos e ir al aeropuerto. Al llegar al aeropuerto nos encontramos con un caos. Había una huelga de empleados y nuestro vuelo fue el último que pudo salir antes de que la torre de control cerrara operaciones. Desde el avión podíamos ver los picos nevados de los Andes y cómo algunos de esos picos se asomaban por encima de ls nubes. Tras hora y diez minutos de vuelos aterrizamos en Lima a las cinco de la tarde. Pedimos un Uber y nos fuimos al hotel Atrium Miraflores a hacer check in y dejar el equipaje.
Teníamos hambre y nos fuimos a la Calle de las Pizzas que solo nos quedaba a 2 cuadras. Para mi sorpresa, no quedaba nada de la Calle de las Pizzas que yo vi y experimenté en mis dos visitas previas al país que fueron en 2009 y 2015. Lo que me encontré fue con una calle modernizada, con muchas luces, sin el encanto que tenía la versión que yo vi de esa calle. Durante la pandemia el gobierno decidió cambiarla y vaya cambio. Parecía que andaba en un lugar de South Beach en vez de Lima.
Esa noche seleccionamos a Son de Cuba para la cena. Este lugar es muy popular entre los amantes de la salsa pero nosotros solo fuimos para comer. Ordenamos ceviche de pescado, arroz chaufa, causa y unas cervezas Cusqueñas. Toda la comida estaba exquisita.
Como la noche era joven, luego de comer, nos fuimos al club Dubai Terraza Bar que está al final de la Calle de las Pizzas. Esa noche que fuimos al club era noche de reggaetón y nos pusieron ese reggaetón viejo con el que nosotros crecimos en Puerto Rico en las décadas de los 90s y 2000s. Ahí estuvimos cantando y bailando hasta que cerraron a las 2am. Cuando estábamos de camino al hotel pasamos frente a una barra donde se escuchaba reggaetón y hacia allá nos dirigimos. La barra se llama Tasca Bar y había como diez venezolanos cantando en un karaoke. Y allá fuimos nosotros a cantar con ellos y terminar la gran noche que habíamos iniciado en la Calle de las Pizzas. Finalmente llegamos al hotel a las 3:30 de la madrugada.
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Cusco, ciudad bella y mágica, que envuelve con su encanto único y místico.
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