Llegamos a Paris con media hora de retraso luego de que el vuelo de Chicago se atrasara una hora. Al menos la aerolínea WOW esperó por nosotros en Reykjavík en lo que llegábamos. La entrada a Francia por migración fue bastante rápida, y como llevábamos carry on no tuvimos que esperar por las maletas. Salimos del aeropuerto y fuimos directo a comprar el boleto del tren para ir a la ciudad que nos costó 20.60€ ida y vuelta.

El tren se echó unos 50 minutos en llegar a Gare du Nord porque hizo varias paradas. En Gare du Nord nos bajamos y compramos un pase de tres días del metro para las zonas 1 al 3 por 26.65€. Había un pase para las zonas 1 al 5, pero no lo compramos porque era más caro y las atracciones que íbamos a visitar no salían de la zona 3. Ya con el pase en mano cogimos el metro hasta la próxima estación que era Gare de l’Est. Caminamos menos de cinco minutos y ya estábamos en el hotel. El Hotel Alane fue donde decidimos alojarnos, cumplía con las tres B (bueno, bonito y barato) y estaba a tan solo una cuadra de la estación del metro. Cuando llegamos al hotel eran ya las 12:30pm y no podíamos hacer el check in hasta las 3pm, así que dejamos las maletas en recepción, en unos gabinetes con llave que sirven de guarda equipaje.
Nos regresamos a Gare de l’Est y cogimos el metro hasta la estación Palais Royal/Musée de Louvre. Salimos a la calle, cruzamos el Passage Richelieu y ahí teníamos de frente la archifamosa Pirámide de Louvre. Como teníamos pocos días en la ciudad descartamos una visita al Museo de Louvre, pero decidimos visitar la plaza donde está la pirámide. En el 1989 se inauguró la pirámide que fue a su vez la nueva entrada al museo. La pirámide mide 71 pies (22 metros) de alto y está formada por 800 piezas de cristal con formas de diamante y triángulo. Cada pieza de cristal fue ensamblada con precisión en un marco de aluminio soportado por tubos y conexiones en acero inoxidable. Las paredes de la pirámide tienen 51 grados de inclinación, al igual que las pirámides de Giza en Egipto.


Sorprendentemente había muchas menos personas en los alrededores de la pirámide, comparado con mi última visita en el 2010. Le dimos la vuelta a la pirámide tomándole fotos de todos los lados posibles. Hay que mencionar que hay tres pirámides adicionales, mucho más pequeñas, que rodean la pirámide principal. Luego de decenas de fotos cruzamos la Plaza del Carrusel y llegamos hasta el Arco del Triunfo del Carrusel.

El Arco del Triunfo del Carrusel se encuentra en donde comienzan los Jardines de Tullerías. No hay que confundir este arco del triunfo con el Arco del Triunfo de l’Étoile, que es el arco más famoso de Paris y el cual le dobla el tamaño. El Arco del Triunfo del Carrusel lo mandó a construir el Emperador Napoleón I en el 1806 para conmemorar sus victorias militares. Si han visitado el Arco de Constantino en Roma, verán que el arco del Carrusel es muy parecido. El arco de Constantino fue usado como modelo por órdenes de Napoleón. Los caballos que están en el tope del arco son una copia de los Caballos de San Marcos que adornan la Basílica de San Marcos en Venecia.

Pasamos por debajo del arco y nos fuimos a caminar al Jardín de Tullerías (Jardin des Tuileries en francés). Este jardín es un parque público que antes formaba parte del desaparecido Palacio de las Tullerías. En nuestro recorrido por el jardín pasamos por dos estanques, ambos vacíos porque ya era otoño. Los estanques están rodeados por estatuas blancas, algunas ya algo deterioradas por el paso del tiempo y porque al estar al aire libre, quedan a la merced de las inclemencias del tiempo.



Al final del jardín hay varios quioscos de venta de comida y postres típicos de Francia como los macarons, waffles y crepas. Yo aproveché y me comí un waffle con nutella por 4€. Ahí mismo está la estrella o noria en la Plaza de la Concordia. La estrella es parte de la Villa Navideña que todos los años montan en los Campos Elíseos. Ya yo me trepé a esa estrella la última vez que había estado en París así que esta vez no me monté.

En la Plaza de la Concordia hay un obelisco egipcio de 3,300 años de antigüedad llamado Obelisco de Lúxor y dos fuentes, Fontaine des Mers y Fontaine des Fleuves. Durante la Revolución Francesa las ejecuciones se llevaban a cabo en esa plaza. Dos de esas ejecuciones fueron las de Luis XVI y María Antonieta que fueron decapitados con la guillotina.

Comenzamos a caminar por los Campos Elíseos con intenciones de llegar al Arco del Triunfo pero a mitad de camino comenzó a llover a cántaros. Nos metimos en la tienda Gap a guarecernos y cuando disminuyó la intensidad del aguacero decidimos ir a visitar un lugar cerrado. Cogimos el metro en la estación Franklin D. Roosevelt y nos fuimos a Los Inválidos.

El Palacio Nacional de los Inválidos es un complejo arquitectónico que fue creado en el 1671 para dar cobijo a los soldados y militares franceses inválidos de guerra que quedaban sin hogar. Actualmente hay varios museos, una iglesia, varias instituciones y el Mausoleo de Napoleón Bonaparte. Solo tenía una hora para recorrer el lugar porque llegué tarde así que pagué los 12€ y decidí concentrar mi visita en el Museo del Ejército y la atracción principal, el Mausoleo.

En el Mausoleo, además de los restos del Emperador Napoleón I, están los restos d varios familiares de él, oficiales militares que sirvieron bajo su mandato, y otros héroes de la milicia francesa. Desde varios puntos de la ciudad se puede ver la gran cúpula que sirve de techo al mausoleo, la cual fue mandada a construir específicamente para la tumba de Napoleón.

En el mismo centro del edificio está el mausoleo de Napoleón dentro de una cripta circular. La tumba está rodeada por doce «Victorias» esculpidas, que simbolizan las campañas militares de Napoleón. Sobre el mármol del piso están inscritas 8 famosas victorias. Todo ese edificio es impresionante, y fue uno de los lugares que quería visitar en este viaje porque en mis primeras dos visitas a París no tuve tiempo de conocer Los Inválidos.

Salimos de Les Invalides pero continuaba lloviendo así que decidimos coger el metro y regresarnos al área de Gare de l’Est para cenar algo y de una vez seguir para el hotel. Entramos al restaurante Chez Aldo y fue todo un acierto. Luego fuimos al hotel a descansar un rato y después de media hora de descanso decidí ir a Trocadero para tomarle fotos a la Torre Eiffel de noche. Trocadero es una de las mejores áreas para retratar la torre, y por tal razón, al llegar la encontré atestada de turistas. Tomé las fotos y pensé seguir andando para fotografías otras áreas de la ciudad de noche pero el cansancio pudo más y me regresé al hotel a dormir.

El itinerario completo de los tres días en la Ciudad Luz lo puedes ver AQUÍ.

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