El último día decidí comenzarlo visitando el barrio que más me gusta de Paris, Montmartre. Cogí el metro en Gare de l’Est, me bajé en Barbès-Rochechouart y de ahí caminé hasta las escaleras que llevan a la Basílica Sacré Coeur. A los pies de esas escaleras está el carrusel que salió en la película Amélie.



Comencé a subir las escaleras y justo cuando estoy llegando a la Plaza Louise Michel comenzó a llover. La plaza estaba bastante concurrida, de ahí se sacan unas fotos muy chulas de la basílica y se tiene una vista panorámica de la ciudad. Subí varios escalones más y llegué a la fuente de los dioses del océano. Al igual que pasó el primer día con las fuentes del Jardín de Tullerías, esta fuente estaba vacía y fuera de funcionamiento. Esto ocurre cuando se acercan los meses más fríos, para evitar que se congelen las tuberías y exploten.


La lluvia apretaba así que aceleré el paso hasta llegar a la cima de los 222 escalones donde se encuentra la imponente Basílica Sacré Coeur. Tenía intenciones de entrar a la iglesia pero con solo ver la larga fila de turistas se me quitaron las ganas. Vi un trencito estacionado al lado de la iglesia esperando por turistas para dar un paseo por Montmartre, y como llovía a cántaros decidí pagar los 6€, treparme al tren y cruzar los dedos que al terminar los 35 minutos del paseo ya hubiese escampado.

El tren era pequeñito, algo obvio para poder transitar por las calles del barrio. El paseo en este tren es una atracción para turistas, no es un transporte colectivo. Es un tour guiado donde pasamos por distintas zonas importantes de Montmartre mientras el guía nos hablaba un poco de historia.

Uno de los primeros puntos de interés por los que pasamos fue la plaza de los pintores Place du Tertre. Allí la plaza estaba llena de pintores que, a pesar de la lluvia, no dejaban de trabajar en sus próximas obras de arte. Más adelante pasamos por uno de los cabarets más famosos de Montmarte llamado Au Lapin Agile. Este cabaret era frecuentado por varios pintores, entre ellos Picasso, Renoir y Van Gogh.

También pasamos por los viñedos de Montmartre, lo cual fue toda una sorpresa para mí porque no sabía que había viñedos en medio de la ciudad. Seguimos bajando las calles hasta llegar a la Plaza Banche donde el tren hizo una corta parada para que las personas que se querían quedar ahí se bajaran del tren. Yo me quedé en el tren porque quería regresar al lugar donde lo cogí y porque aún seguía lloviendo. También pasamos frente al Moulin Rouge, el cabaret más famoso de París.

Cuando el tren regresó a la basílica ya había escampado. Aproveché entonces para caminar por las callecitas de Montmartre donde me encontré varios lugares y edificaciones históricas. Primero fui directo a Place du Tartre para poder verla con tranquilidad. Allí estuve un rato observando a los pintores en acción, muchos de ellos se dedicaban a pintar a los turistas.

Seguí caminando por Rue Norvins, que está llena de cafés, reposterías y restaurantes, hasta llegar a uno de los cafés más antiguos de Montmartre llamado Le Consulat. Le Consulat es un pequeño café muy bonito que ha sido testigo del paso de diferentes pintores, escritores y artistas a través de los años.

Tomé varias fotos del café y proseguí mi visita recorriendo la Rue des Saules hasta llegar a La Maison Rose. Este café restaurante es fácil de reconocer porque está pintado de rosa. El pintor parisino, nacido en el mismo Montmartre, Maurice Utrillo fue quien hizo famoso la Maison Rose a través de sus pinturas.

Continué mi recorrido caminando las calles Rue de l’Abreuvoir y Rue Girardon hasta que llegué al único molino que queda en Montmartre. Se llama Le Moulin de la Galette y fue construido en el 1622. Actualmente funciona como un restaurante. Como ha ocurrido con muchos establecimientos del lugar, este molino también ha sido inmortalizado en varias pinturas de los diferentes artistas que vivieron en el área.

Mientras caminaba hacia la estación del metro me encontré con El Muro de los Te Quiero (Le Mur des Je t’aime). El muro está en un pequeño jardín al lado de la estación del metro Abbesses. El mural tiene la frase Te Quiero en más de 300 idiomas.

Culminé mi visita a Montmartre y me dirigí en el metro hacia el símbolo más famoso de Francia y uno de los más famosos de todo el mundo, la Torre Eiffel. Me bajé del metro en la estación Alma Marceau y tan pronto salí a la callé me encontré con el Memorial a la Princesa Diana. En realidad, el monumento que hoy está dedicado a la princesa es una réplica exacta de la antorcha de la Estatua de la Libertad. Esa antorcha fue un regalo hecho en el 1989 por varios donantes a través del mundo al pueblo de Francia como símbolo de la amistad Franco-Americana. Pero en el 1997 la Princesa Diana murió en un accidente de auto en el túnel que está justo debajo de la antorcha y desde ese día las personas comenzaron a llenar la antorcha de fotos de la princesa y flores. Los turistas piensan que la antorcha se erigió en honor a la princesa, pero ese no fue el motivo.


Después de ese momento solemne frente a la antorcha cruzamos el puente Pont de l’Alma y nos dirigimos a la Torre Eiffel. El boleto de la torre lo había comprado con casi dos meses de anticipación. Cuando me estaba acercando a la entrada de la torre me di cuenta que la fila para pasar el control de seguridad era demasiado larga pero por tener el boleto previamente comprado entré por otra área de control de seguridad donde no había nadie en espera.

La Torre Eiffel fue construida para la Exposición Universal de 1889. Actualmente es el monumento pagado más visitado en el mundo, la segunda estructura más alta de Francia y tiene el mirador público más alto de la Unión Europea. Al caer la noche la torre es iluminada con un color anaranjado gracias a 335 proyectores. En adición, cada hora en punto 20,000 bombillas blancas comienzan a parpadear por cinco minutos hasta la 1am.

El boleto que había comprado era para subir hasta el tercer nivel, el nivel más alto, y me costó 17€. Subimos hasta el segundo nivel donde cogimos otro elevador que nos llevó hasta el nivel más alto de la torre. Como era de esperarse, las vistas impresionantes. Aunque ya había subido a la torre en dos visitas previas a la ciudad, nunca había llegado hasta el tercer nivel. Ese día hacía mucho frío y viento, fue el día más frío de los tres días que estuve en Paris. Y a 324 metros (1,063 pies) de altura el viento sopla con mucha más fuerza.

Aproveché las vistas panorámicas de toda la ciudad para tirar decenas de fotos desde todos los lados de la torre. La mejor parte fue que vimos como la ciudad se tornaba de un color dorado mientras el día se transformada en atardecer. Y luego fuimos testigos de cómo se iba iluminando la ciudad al caer la noche. Pasamos poco más de una hora en la torre hasta que decidimos bajar. Nos regresarnos al hotel para coger un descanso pues había sido un día de mucho caminar.


Para culminar mi visita a París me fui a recorrer la ciudad de noche, a re-visitar algunos de los lugares que ya había visto de día y visitar algunos nuevos. Comencé con el Centro Pompidou, un lugar que aún no conocía, pero que había visto por internet y me había llamado la atención. No entré al centro, me quedé en la Plaza Georges Pompidou observando los tubos que rodean la plaza y los detalles del edificio.

Al lado del Centro Pompidou vi la Plaza Igor Stravinsky con su inmensa fuente en el centro. La fuente tiene 16 esculturas inspiradas en la música del compositor ruso Stravinsky. Las esculturas se mueven según fluye el agua, pero yo no pude verlas moverse porque ya la fuente estaba casi completamente vacía y no estaba funcionando. Las esculturas son bien coloridas y llamativas, crean tremendo contraste con los antiguos edificios que la rodean.

Seguí caminando hasta que llegué al Hôtel de Ville que alberga el ayuntamiento de la ciudad. El edificio ha acogido las oficinas gubernamentales municipales por los últimos 661 años. Esa noche se llevó a cabo un maratón para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer y el punto de encuentro al final del maratón era en los predios del Hôtel de Ville.

Crucé el puente Pont d’Arcole que estaba justo al lado del ayuntamiento y llegué a la Basílica de Notre Dame que estaba toda iluminada. Tomé varias fotos y me fui en el metro hasta la pirámide del Louvre. Como era tarde en la noche, ya no había casi nadie en los alrededores de la pirámide lo cual aproveché tirando decenas de fotos sin que saliera ni una sola persona en ellas. Allí me encontré al colega bloguero Pablo que estaba de vacaciones en Paris. Fue el primer bloguero que conozco en persona, y fue una gran experiencia. Si aún no lo conocen, échenle un ojo a su blog SetMeravelles.


Del Louvre pasamos al Arco del Triunfo del Carrusel y caminamos por los Jardines de Tullerías hasta donde el portón nos permitió. No sabía que los jardines los cierran en la noche hasta que me encontré de frente con el portón cerrado. Así terminó mi visita a Paris, con ese recorrido nocturno el cual recomiendo a todos. Al caer la noche las ciudades cobran un encanto diferente el cual no debe ser pasado por alto por nadie.

Al siguiente día el avión salió a las 11:40am desde el aeropuerto Charles de Gaulle, con escala en Reykjavik, y llegando a Chicago a las 4pm. Fue un excelente fin de semana que aprovechamos al máximo. Tengo que regresar porque aún tengo pendiente darle una visita a los Jardines de Versalles.
El itinerario completo de los tres días en la Ciudad Luz lo puedes ver AQUÍ.
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Fue un placer conocerte 🙂
París me impresionó mucho más la segunda visita que la primera. Me alegro que lo hayas pasado bien y seguro que irás otra vez más.
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