Decidimos comenzar el día visitando el museo al que más le tenía ganas, que es uno de los más visitados del país, el Museo Van Gogh. Bajamos del hotel y justo al lado vimos la cafetería turca Simit Sarayi donde nos metimos a desayunar. Esa cafetería es una cadena que se encuentra alrededor del mundo en 22 países. Los pastelillos rellenos de queso son una delicia.

Luego caminamos hasta la estación Amsterdam Centraal donde compramos un pase de 24 horas por 7.50€. El pase es válido en las guaguas, tram y metro. Para ir al museo nos fuimos en el tram que nos dejó justo al frente. El Museo Van Gogh se encuentra en Museumplein, un espacio público que se encuentra rodeado de múltiples museos. Fuimos directo a la taquilla donde pagamos 18€ y procedimos a entrar.

El museo alberga la mayor colección de obras del gran pintor. Cuenta con 200 pinturas, 400 dibujos y 700 cartas de Van Gogh. Luego de que Van Gogh se quitara la vida en el 1890, su hermano Theo pasó a ser el dueño de los cuadros que no se habían vendido. Pero Theo murío seis meses después de Van Gogh, entonces la esposa de Theo pasó a ser la dueña de la colección. Ella vendió parte de los cuadros pero mantuvo una colección privada. Esa colección pasó a manos del hijo de Theo y entonces se comenzó a exhibirse en el Museo Stedelijk en Amsterdam donde extuvo en exhibición por muchos años. Luego se construyó el Museo Van Gogh y la colección se movio al museo actual.

El museo no solo tiene obras de Van Gogh, también hay una exhibición de artistas contemporáneos con el pintor como Émile Bernard y Paul Gauguin y esculturas de Auguste Rondín entre otros. Muchos de los cuadros de Van Gogh en exhibición son auto-retratos y paisajes. No se permite tomar fotos en las exhibiciones, así que las fotos que aquí incluyo las tomé de la página del museo.

Salimos del museo y nos fuimos en el tram hasta la Casa de Ana Frank. Teníamos las entradas comprada (18€) desde principios de diciembre. Las fotos también están estrictamente prohibidas en la casa museo. Ana Frank es una niña judía que, durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo que esconderse para escapar de los nazis. Durante la época en que estuvo oculta en la Casa de Atrás del edificio del canal Prinsengracht, Ana escribió un diario. Ella y las demás personas con quien compartía el escondite fueron descubiertas y deportadas a campos de concentración. El único de los ocho escondidos que sobrevivió a los campos de concentración fue el padre de Ana, Otto Frank.

La visita se hace con una pequeña bocina que va contando la historia y hechos ocurridos dentro de ese escondite. En la casa-museo hay una exhibición de la vida de la pequeña Ana. También se exhibe una poco de historia acerca de las formas de persecución y discriminación. Llegamos a un librero que era la fachada de la puerta que daba acceso a unas escaleras que llevaban a la casa. Una vez llegamos al área de la casa pudimos ver las condiciones en que vivían las personas que se escondieron allí. Hay fotos donde se puede ver como estaba la casa en los tiempos de la invasión nazi, que de hecho, los encargados de la casa han hecho un muy buen trabajo recreando y manteniendo los cuartos a semejanza con las fotos.

Después de esa visita que te corta hasta el aliento nos regresamos al tram y nos fuimos hasta la Cervecería Heineken. Ya habíamos comprado por internet un boleto que se llama el Rock the City que incluye el Heineken Experience, paseo en bote por los canales y el mirador A’DAM Lookout por 25€. Nos escanearon los boletos y nos dieron una pulsera con dos fichas para cervezas gratis.

El museo consta de cuatro niveles con exhibiciones multimedia e interactivas. Vimos artefactos históricos como botellas antiguas, las calderas de bronce y antiguos barriles de cervezas con logos de la cerveza que jamás había visto. Usan mucho la tecnología en el tour, muchos videos y juego de luces. Nos dieron una muestra gratis al comenzar el tour y luego al final del tour está el bar donde canjeamos las dos fichas que teníamos por las dos cervezas gratis.



Cuando salimos de la barra pasamos por la tienda del museo donde compré una botella de cerveza con una decoración diferente. Algunos de los muchachos habían ordenado cervezas con su nombre inscrito en la botella y en la misma tienda es donde se recogía esas botellas.

Justo frente al museo, cruzando la calle, está el canal donde cogimos el bote para dar el paseo que estaba incluido en el boleto Rock the City. El paseo duró menos de 30 minutos, y el propósito del paseo era llevarnos hasta el lado norte de la ciudad para visitar el A’DAM Lookout.

A’dam Lookout es un mirador que se encuentra en la azotea de la Torre A’dam. La azotea es una especie de terraza con una vista de 360º de la ciudad. Al entrar al edificio nos tomaron una foto grupal y procedimos a subir unas escaleras hasta llegar al elevador. Solo le tomó al elevador 22 segundos en subir los 20 pisos de la torre. Salimos a la terraza y tuvimos la mejor vista de la ciudad. Llegamos justo al atardecer, pero estaba sumamente nublado y apenas se veía el sol. Retratamos la ciudad desde cada esquina del mirador. Los muchachos se treparon en un columpio que estaba al borde del edificio, algo que yo obviamente no hice. El columpio no está incluido en el precio de la entrada, hay que pagar 5€ adicionales. En la misma torre hay un bar-restaurante con las mismas vistas que se tiene desde el mirador.



Nos fuimos del A’dam Tower y cogimos el ferry gratis que nos llevó hasta la estación Ámsterdam Centraal. Teníamos hambre así que fuimos en busca de un restaurante donde cenar. Fuimos a uno argentino llamado San Thomas Restaurant. De argentino no tenía nada, pero la comida estaba buenísima y las cervezas frías.

Luego decidimos ponerle punto final al día ir visitando las letras IAmsterdam. Cogimos el tram hasta Museumplein y llegamos directo a las letras. Aprovechamos que no había prácticamente nadie en el lugar y nos tirarnos la típica foto en el logo. Las letras durante el día siempre están llenas de turistas, pero como eran más de las 10pm pues no había casi nadie. El logo es enorme, miden 2 metros (6.5 pies) de alto y más de 23 metros (75.5 pies) de largo. Luego de las fotos nos regresamos al hotel, el cuerpo pedía ducha y cama.

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