Aterrizamos en el aeropuerto El Dorado a las 12:03 de la madrugada. Pasamos migraciones y llegamos al área de recogido de equipaje donde mi amigo Edwin, que había aterrizado a penas cinco minutos antes, estaba esperándonos. Mientras caminábamos en busca de un taxi, una empleada de la compañía de taxis y un conductor de Uber se nos acercan para ofrecer sus servicios y comienzan a discutir entre ellos. Ella indicaba que el conductor de Uber era un pirata, que la siguiéramos a ella hasta los taxis. Decidimos seguirla a ella, pero más tarde durante los días en Colombia descubrí que no era un conductor pirata, es que los taxistas no quieren a los conductores de Uber porque le quitan clientela. En 30 minutos ya estábamos en el apartamento en El Retiro, en la Zona T.
Dormimos cerca de seis horas y ya a las 8am estábamos de pie listo para comenzar nuestro primer día en Bogotá. Tan pronto bajamos del apartamento, vimos a unas personas vendiendo comida en la esquina de la acera y hacia allá me dirigí. Tenían papas y salchichas a la venta, así que me desayuné las salchipapas que estaban riquísimas y baratas. Luego del desayuno, en esa misma esquina tomamos un taxi hasta la estación donde se toma el teleférico para subir al Cerro Monserrate.

El Cerro Monserrate se encuentra a 3,152 metros sobre el nivel del mar y en su cima se encuentra el Santuario del Señor Caído, restaurante, cafetería, mercado de artesanías, y puestos de comidas. Pero la principal razón por la que nosotros decidimos subir fue por que desde el cerro se tiene una de las mejores vistas panorámicas de Bogotá.
En la boletería compramos los tickets de ida y regreso, que por ser domingo estaban más baratos de lo normal y solo pagamos COP$10,000. Como fuimos bastante temprano, el teleférico aún no estaba en funcionamiento, así que nos tocó subir en el funicular. Los funiculares son super modernos, con puertas de cristal que abren a los lados y hasta tiene techo de cristal.

Llegamos a la cima del cerro y ya estaba repleto de personas. Lo primero que nos encontramos de frente fue la cafetería donde probamos unas frituras de hojaldre rellenas con pollo que sabían buenísimas. Seguimos caminando y nos acercamos a la iglesia, pero había misa y estaba toda rodeada de cientos de personas así que ni intentamos entrar. Lo que si hicimos fue admirar la ciudad desde lo alto y tomar decenas de fotos.

Pasamos por el lado de la iglesia, y tras un camino empedrado llegamos al mercado de artesanías donde vendían de todo, desde llaveros hasta camisas y sombreros. Son alrededor de 20 puestos de venta dispersos en ambos lados del camino. Al final de las artesanías comienzan los puestos de comida, donde se puede comer un ajiaco con pollo y beberse una aguapanela con queso.

No compré nada porque no quería cargar con paquetes mientras recorría la ciudad, preferí comprar los recuerdos en Medellín antes de regresarme a casa. Para bajar del cerro, cogimos el teleférico que ya estaba en funcionamiento y la experiencia fue mejor que en el funicular porque se tiene una mejor vista de los alrededores.

Ya abajo nos fuimos caminando hasta la casa museo Quinta de Bolívar, no sin antes parar a un vendedor ambulante para comprar esquimalitos de parcha (maracuyá). Como era domingo, la entrada a la casa museo fue libre de costo, pero cualquier otro día de la semana la entrada cuesta COP$3,000.

La casa perteneció al libertador Simón Bolívar, el cual la recibió como un regalo de parte del gobierno de la Nueva Granada como muestra de gratitud por los servicios prestados a la causa de la independencia. Bolívar fue propietario de la quinta durante diez años, pero no la habitó por mucho tiempo. Sus visitas a la casa fueron esporádicas y la ocupó en solo seis ocaciones. Justo antes de irse de Bogotá le traspasó la casa a uno de sus grandes amigos.
Nosotros comenzamos el recorrido de la quinta por los jardines. Se dice que algunos de los árboles del jardín fueron sembrados por el mismo Bolívar. En los jardines vimos la plaza de las banderas, lugar donde se construyó un busto de Bolívar junto a las banderas de los países que liberó.

Luego pasamos a la casa, allí vimos al cuarto donde dormía el libertador, el salón comedor y otro espacios de la casa. En la casa se conservan documentos, armas, trajes, planos, medallas y objetos que le pertenecieron al libertador. En el balcón hay un mapa del mundo con los lugares que Bolívar visitó, batalló y donde estuvo encarcelado. Recorrimos el camino empedrado del patio interior y vimos el granero y una edificación que albergaba la cocina y un pequeño cuarto donde vivía el esclavo personal de Bolívar. Fue liberado de ser esclavo por el libertador, pero decidió seguir sirviéndole a Bolívar hasta la muerte de éste. Justo antes de salir de la quinta nos encontramos con una colección de cañones y municiones que se usaron en la época.


De la casa museo bajamos recorriendo todo el Eje Ambiental, Paseo de la Avenida Jiménez de Quesada, pasando por el Parque de los Periodistas. El Eje Ambiental es un paseo peatonal adoquinado que se construyó sobre el curso de un río y tiene una fuente, que simula un espejo de agua, donde recuerda a los ciudadanos el río que por ese lugar fluía. El Parque de los Periodistas lleva ese nombre ya que en la década del 1960, los periodistas y literatos que trabajaban en los medios de comunicación se comenzaron a reunir en el parque para intercambiar información entre ellos.

Al final del Eje Ambiental caminamos una cuadra adicional hasta llegar al Museo del Oro. La colección del Museo del Oro ha sido declarada Monumento Nacional y considerada como la más importante del mundo en su género. El museo reúne cerca de 34,000 piezas de orfebrería y 20,000 objetos pertenecientes a diferentes culturas precolombinas de la región. La entrada al museo cuesta COP$4,000 pero nosotros entramos sin pagar porque los domingos la entrada es gratis.

El museo esta dividido en exposiciones permanentes, temporales e internacionales dispersas a través de los siete pisos que componen el museo. Las exposiciones permanentes, que se encuentran en los pisos superiores, se dividen en cinco:
- El trabajo de los metales, donde se descubren los procesos de minería, beneficio y trabajo del metal que están detrás de cada uno de los objetos de metal del museo.
- La gente y el oro en la Colombia prehispánica, donde se propone un recorrido de sur a norte por el país para conocer los climas, los ambientes y las antiguas sociedades y culturas que vivieron sobre la cadena montañosa de los Andes y los litorales del Pacífico y del Caribe, las regiones donde antiguamente se trabajaron los metales.
- Cosmología y simbolismo, donde se explora los temas míticos, el chamanismo y la simbología de los metales.
- La ofrenda, donde se sumerge al visitante en el mundo de las ceremonias de ofrenda que realizaba el cacique o el chamán para promover o restaurar el equilibrio del mundo.
- El exploratorio, donde se promueve la interactividad y la reflexión alrededor de la diversidad y el significado del patrimonio que preserva el museo.


Al terminar el recorrido por las exposiciones nos fuimos al primer piso donde se encuentra Patria, el café-restaurante del museo. Allí ordené unos chicharrones con guacamole y una sopa de tomates asados. Los chicharrones nada del otro mundo, pero la sopa estaba riquísima.

Salimos del restaurante y nos fuimos caminando hasta llegar al Chorro de Quevedo que se encontraba a solo 10 minutos de distancia. Se cree que el Chorro de Quevedo fue el lugar donde se fundó la ciudad de Bogotá. Se le llamó ‘el chorro’ porque era de los únicos lugares que contaban con una pequeña fuente de agua cuando no existía un acueducto en el terreno. La plazoleta también fue un espacio de reunión para los ciudadanos. Desgraciadamente, la plazoleta estaba en reconstrucción, y no había ni rastro de la famosa fuente.
Aprovechamos que estábamos cerca de la Plaza Bolívar y hacia allí nos dirigimos. La plaza ha sido llamada de diferentes maneras, en un principio se conoció como La Plaza Mayor, después de la independencia se le llamó La Plaza de la Constitución y desde 1846 es la emblemática Plaza de Bolívar. Varios edificios, de carácter histórico, rodean la plaza como la Catedral Primada de Colombia, El Palacio de Justicia, la Alcaldía de Bogotá y el Capitolio Nacional.

Esta histórica plaza, que ahora es punto de encuentro de manifestantes y lugar imperdible para turistas, también fue hace cientos de años escenario de ejecuciones, pues allí se fusilaron a varios próceres del país. El primer monumento público dedicado a Simón Bolívar se encuentra en la plaza, justo frente al Capitolio. Recorrimos la plaza, tomamos fotos de los edificios que la rodean, y luego cogimos un Uber para regresar al apartamento.

Aunque el día había sido bastante largo, a la noche nos esperaba una cena en Andrés Carne de Res en Chía. Luego de un descanso y un baño tomamos un taxi, que nos cobró COP$75,000, hasta Chía. Habíamos hecho reservación el día antes, así que al llegar ya nos tenían la mesa lista. El restaurante esta decorado de una forma bien inusual, y donde no solo se come, si no que también se baila. Es un restaurante inmenso y en el centro esta la pista de baile y la barra. Es como estar en un carnaval, donde cenas y luego te puedes quedar a pasar una noche de fiesta y copas. La comida, en mi opinión personal, no era nada del otro mundo. Ordené la parrillada Tres para Dos y la carne estaba media sosa. Si no fuera por la salsa chimichurri que pedí, no hubiera tenido mucho sabor la carne.


Terminamos la comida y las cervezas y cogimos un taxi de regreso al apartamento. Pero como la noche era joven, nos fuimos de janguin en la misma Zona T donde nos estábamos quedando. Paramos en varias barras hasta que llegamos a San Libardo Bar donde tenían reggaetón y ahí nos metimos a beber y bailar. Era cerca de las 3am cuando nos fuimos del bar, muertos de cansancio, pero con un día muy bien aprovechado.
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