Había llegado por fin el día en que visitaríamos Barbados, la primera isla del itinerario. Barbados, que fue colonia inglesa hasta 1961, es la isla caribeña que se encuentra más al este en la cuenca del Caribe. Cuenta con una población de 228 mil personas y su capital es Bridgetown. Como tendríamos apenas unas 7 u 8 horas para descubrir los secretos de la isla, decidimos poner la alarma y ya a las 7:30am estábamos caminando hacia Grand Café para desayunar. Recorrimos varios de las estaciones del buffet y con los platos llenos nos unimos a mami y a Víctor que ya estaban sentados en una mesa. Al terminar de desayunar nos detuvimos por unos minutos en la cubierta donde contemplamos las primeras imágenes de la isla.
Tomamos varias fotos y bajamos en el elevador hasta el nivel 5 donde se encontraba la salida del barco. Allí nos escanearon la tarjeta de embarque y procedimos a entrar al puerto de Bridgetown. En el mismo puerto están las letras de Barbados, y están localizadas de una forma que cuando nos tiramos las fotos en las letras, el crucero en el que veníamos quedaba justo detrás. Seguimos caminando atravesamos las típicas tiendas de recuerdos a precios desorbitantes, presentes en casi todos los puertos que visitamos, y al salir vimos una compañía de renta de autos y hacia allá nos dirigimos. La dependiente me dijo que solo tenía disponible un carro, pero que era pequeño y sin espacio para acomodar la scooter (un tipo de carro de ruedas con batería) de mi mamá. Mami decidió entonces irse con Víctor hacia el centro de Bridgetown mientras que Arelis y yo rentamos el carro que tuvo un costo de US$117.
Antes de este viaje, ya yo había hecho mi tarea de buscar por internet e identificar los lugares que quería visitar en casi todas las islas. Y para hacer el recorrido más fácil, había creado mapas en Google Maps de cada isla donde identifiqué esas atracciones que planeaba visitar. Esto facilitó el recorrido porque teníamos un itinerario creado. Salimos del puerto de Bridgetown, y seguimos las direcciones de Google Maps hasta llegar al primer lugar. Nuestra primera visita fue a Cove Bay, y para llegar hasta allí conducimos por 45 minutos hasta la costa noreste de la isla.
Conducimos por un pastizal donde las vacas caminaban y comían con inmensa tranquilidad hasta que decidimos dejas el carro estacionado bajo unas palmas y seguir la ruta caminando. Y justo al llegar al borde del pastizal estábamos ya en los bonitos acantilados de Cove Bay. Allí los únicos sonidos que abundaban eran el de las poderosas olas del mar retumbando sobre el acantilado. Los acantilados se me parecieron a los de Playa Sucia en la costa oeste de Puerto Rico, pero un poco menos impresionantes.
Nos regresamos al carro y nos fuimos en busca de Cherry Tree Hill. Conducimos hasta que el asfalto se acabó y continuamos un camino empedrado, subiendo una colina hasta que decidimos virar porque notamos que el carro era bajito e iba rosando con las piedras y la maleza. Resulta que Google Map tiene a Cherry Tree Hill identificado en el lugar incorrecto. Se supone que Cherry Tree Hill es cruzado por una carretera panorámica desde donde se tienen unas vistas impresionantes de un área de la isla llamada Scotish District. Al bajar del monte en el que nos habíamos metido vimos unos árboles con las famosas cherries de Barbados. Vaya sorpresa me llevé cuando me bajé del carro para ver las cherries de cerca y noté que esa misma fruta la tenemos en Puerto Rico, pero le llamamos acerola y sabe riquísima, y su jugo también.
Seguimos la ruta del mapa hasta que llegamos al Molino Morgan Lewis. Este es el único molino azucarero de la isla que se encuentra intacto y es una de las Siete Maravillas de Barbados según la página Barbados.org. Morgan Lewis también es uno de los dos únicos molinos azucareros intactos y restaurados en el Caribe. El otro está en Betty’s Hope Estate en una las islas hermanas, Antigua. La entrada a los jardines donde se encuentra el molino es libre de costo, pero si se quiere entrar a la base del molino hay que pagar BB$5. Nosotros nos mantuvimos en el jardín mientras observábamos el molino que se veía impactante, aunque me hubiese gustado verlo en funcionamiento. El molino está en una montaña con vista panorámica. Aprovechamos la cafetería del molino llamada Grind Artisan Café y nos dimos una refrescante cerveza Deputy que tuvo un costo de BB$4 y vino muy bien para contrarrestar el calor caribeño.
Tras la visita al molino conducimos por diez minutos más bordeando la costa este de la isla hasta llegar a Cattlewash. Las playas que se encuentran en Cattlewash sirven de escape para los barbadenses, especialmente durante los meses de verano. Aunque es un área muy pintoresca y relajante, hay fuertes corrientes en el área, por lo que no se recomienda nadar en aguas abiertas. Sin embargo, hay muchas piscinas naturales, rodeadas de rocas donde las personas se pueden dar un chapuzón de forma segura. Originalmente no tenía a Cattlewash en mi itinerario, pero una enorme roca en la arena me llamó la atención y decidí estacionarme y echarle un vistazo. Hay varias rocas enormes a lo largo de las playas de la costa este, la mayoría de las cuales se asemejan a balas de cañón, pero la más grande y famosa se llama Bathsheba Rock. Esta enorme roca es de origen coralino, al igual que el 85% de la isla que está cubierta por una capa de roca de coral. Estuvimos varios minutos observando las olas en la playa y la gran roca y luego nos regresamos al carro para continuar.
A cinco minutos de la playa de Cattlewash estaba la playa de Bathsheba. Nos estacionamos justo al lado de una especie de mirador que separa ambas playas y desde allí apreciamos la bonita playa. Bathsheba tiene una amplia playa de arena blanca que se extiende a lo largo de una espectacular costa de impresionantes formaciones rocosas, similares a la enorme roca que habíamos visto en Cattlewash. Lo que a primera vista parecen enormes rocas arrastradas por la playa en realidad son formaciones rocosas separadas del antiguo arrecife de coral. El pueblo de Bathsheba es el hogar de una pequeña comunidad de pescadores y sus familias. A lo largo de la costa hay casas de huéspedes, tiendas locales de ron y restaurantes. Hubiese querido caminar hasta la playa y ver de cerca la villa pesquera pero el tiempo apremiaba.
Faltaba un último lugar antes de finalmente darnos un chapuzón en una de las playas del sur de la isla. Hackleton’s Cliff era el lugar que queríamos ir a ver, y se encontraba en lo alto de una montaña que estaba a tan solo 15 minutos de Bathsheba. Eso es lo bueno de las Antillas Menores, que las distancias son sumamente cortas. Hackleton’s Cliff o Acantilado de Hackleton se eleva casi perpendicularmente a unos pocos kilómetros de la costa y tiene una altura de 305 metros (mil pies) sobre el nivel del mar. Según la leyenda, el acantilado lleva el nombre de un hombre que se suicidó al montar su caballo hasta el extremo del acantilado. Como era de esperarse el acantilado nos ofreció una de las mejores vistas de la costa este de Barbados.
Ya tocaba ir a la playa y decidimos ir a una que no fuera tan famosa para evitar la masa de turistas. Tras conducir por cerca de 35 minutos llegamos a la paradisiaca playa Miami Beach. La playa cuenta con pequeño estacionamiento gratuito y hasta comida estaban vendiendo en el área del estacionamiento. Estábamos hambriento y antes de disfrutar de las aguas turquesas del Caribe decidimos ordenar comida del quiosco. Ordenamos pollo asado con salsa bbq, papas fritas y una botella de agua y tuvo un costo de BB$17. Tuvimos que esperar bastante por la comida, diría que cerca de media hora, pero valió totalmente la pena porque ese pollo estaba exquisito.
Después del almuerzo pasamos más de una hora en la playa Miami Beach, donde la mayoría de los bañistas eran locales. La playa es ideal porque no tiene mucho oleaje, a diferencia de las playas de la costa este, sus aguas son de un color turquesa transparente y no es muy profunda. Luego de un día de turistear en la isla, el chapuzón en la playa vino de maravilla. Y tras hora y media tuvimos que dejar la playa atrás para regresarnos al crucero. Al llegar al muelle, entregamos el carro, y luego caminamos hasta el muelle que estaba atestado de personas haciendo largas filas para pasar aduana y poder así entrar al crucero.
Aprovechamos y antes de subir al crucero nos retratamos por segunda ocasión en las letras de Barbados. Tan pronto subimos fuimos directo a la barra donde pasamos toda la tarde entre cervezas y sangrías. Esa noche el buffet no tenía un tema, si no que era una cena especial por ser despedida de año. Y como siempre, toda la cena estuvo exquisita. Estuvimos un par de horas descansando luego de la cena porque íbamos a ir más tarde a la fiesta de despedida de año en la cubierta del crucero.
La fiesta de despedida de año estuvo demasiado de brutal, ha sido mi mejor despedida de año. Hubo música en vivo, aperitivos, champaña y hasta nos dieron gorros y pitos para recibir el año nuevo. La cubierta estaba a capacidad de tantas personas que había allí. Veinte segundos antes hicimos el conteo regresivo junto al capitán del barco y a la media noche todo fue algarabía. Justo después de recibir el año el capitán, con marrón en mano, procedió a destruir una escultura de hielo del 2019 que fue sustituida por una escultura del 2020. Tal parece que eso es una tradición en las despedidas de año en los cruceros. A la 2am se acabó la fiesta en la cubierta, pero seguía en uno de los clubs del crucero y nos fuimos hacia allá. Finalmente llegamos al cuarto como a las 3 de la mañana muertos del cansancio.
El itinerario de los siete días en crucero los puedes ver AQUÍ.
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