Como ya había mencionado, en mi viaje a Cuba tuve dos escalas de mas de 7 horas en la Ciudad de México lo que me dió la oportunidad de salir del aeropuerto e irme a visitar algunos lugares de la ciudad.
En la segunda escala llegué al aeropuerto a las 8:20 de la mañana, pero salí del terminal una hora mas tarde porque el proceso de aduana fue algo lento. A la salida del terminal 2 pregunté si había un bus que fuera directo al centro de la ciudad y me dijeron que el 520 iba directo al centro haciendo my pocas paradas. Estuve esperando el bus por 10 minutos hasta que llegó. Me dijo el conductor que la única forma de pago es a través de una tarjeta. Por suerte en la misma area se encontraba la maquina para comprar la tarjeta. La tarjeta tuvo un costo de MX$10 y el bus costó MX$20. Así que con un billete de MX$50 cubrí la tarjeta y los dos tramos del autobús.
Le pregunté al conductor acerca de cual parada debería bajarme si quería ir al Zócalo y el me dijo que en la estación República de Argentina. Luego de estar por 10 minutos más esperando que llegaran más personas al autobús salimos del aeropuerto. El tramo tomó alrededor de 30 minutos hasta la estación que me iba a bajar.

Eran ya las 11am y tenía hambre, no comía desde el desayuno de las 5am en el aeropuerto de La Habana. Asi que me metí en una librería donde decía que tenían un restaurante. Resulta que el restaurante, llamado El Mayor, quedaba en un segundo piso y tenía una vista espectacular del Templo Mayor. Alli me comí un desayuno que tardaron como 40 minutos en traerlo. El servicio no fue el mejor, fueron bien lentos en todo, y los precios no son los más económicos. Lo único que me gustó fue la vista, nada más.
Salí del restaurante y me dirigí hacia el Zócalo Capitalino. Cuando voy llegando voy viendo que el Zócalo estaba lleno de carpas blancas que ocupaban toda la plaza. Allí le pregunté a un policía que tipo de actividad había y me dijo que era una exposición de tecnología. Pero no se podía pasar a ver la expo porque estaban en preparativos y aún no habrían al público.
Caminé bordeando el Zócalo hasta que llegué frente a la Catedral Metropolitana. No entré pues ya había entrado en una visita previa a la Ciudad de México, pero desde afuera le tomé varias fotos. Habían personas vendiendo recuerdos de tema religioso en la acera y muchos turistas en los alrededores de la catedral. Tres siglos tomó la construcción del templo y actualmente es la catedral más grande de Latinoamérica. Si la visitas, no dejes de tomar el tour que lleva al campanario para que tengas una de las mejores vistas del Zócalo y alrededores del templo.

Seguí caminando, bajando por la calle peatonal de Madero, hasta llegar al Palacio de Bellas Artes. Ese es uno de los edificios mas bonitos de la ciudad y el que más me gusta visitar siempre que visito México. El palacio es la sede del Ballet Folklórico y del Museo Nacional de Arquitectura. Al lado del palacio está el parque Alameda Central donde habia exposiciones de arte y venta de artesanías.

Frente al palacio vi la tienda Sears y decidí entrar, pero no para hacer unas compras, si no para llegar hasta el balcón de la cafetería, que se encuentra en el piso número 8. Desde el balcón se tiene una de las mejores vistas del palacio sin tener que pagar ni un centavo.

Salí de la tienda Sears y me regresé a la calle peatonal de Madero que está llena de tiendas, restaurantes y cafeterías. En esa calle está la Iglesia del Convento de San Francisco, que en su momento fue el primer templo franciscano y el más grande de la Ciudad de México. La fachada tiene algo bien curioso, y es que no tiene imágenes ni estatuas. Le pregunté a una monja acerca de las imágenes y me dijo que no sabía pero que ella cree que hacen cientos de años que se las robaron. Como muchas edificaciones en la ciudad, también ha estado hundiéndose poco a poco.

Seguí caminando y me topé con el Antiguo Palacio de los Condes de Orizaba, mejor conocido como la Casa de los Azulejos. Este edificio está revestido completamente, por dentro y por fuera, por azulejos.

Ya era hora de regresarme al aeropuerto, así que caminé hasta la estación República de Argentina y tomé el mismo autobús 520 de regreso al aeropuerto. Esta vez, fue más barato tomar el autobús y como aún quedaban pesos en la tarjeta, se la regalé a un turista español que necesitaba una.

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