Varias semanas antes del viaje ya había contactado a un muchacho para que nos llevara a Guatavita y a Zipaquirá. Tenía una minivan con espacio para ocho pasajeros y era perfecta para nosotros que éramos exactamente 8 personas. Quedamos en que a las 7am el pasaría por nosotros, pero se retrasó y llegó casi a las 7:20am. En una hora y media ya estábamos en Guatavita.

El actual pueblo de Guatavita fue construido en la década de los sesenta después de que el pueblo original fuera inundado durante la construcción del Embalse Tominé. El pueblo nuevo es un patrimonio arquitectónico del país. Las casas son simétricas y diseñadas con paredes blancas y tejas de barro que conectan entre si por calles empedradas y adoquinadas.

Como llegamos temprano, las tiendas y restaurantes estaban cerrados, pero pudimos caminar por sus calles. Subimos una de las calles empedradas hasta que llegamos a la plaza principal del pueblo donde vimos la fuente, la iglesia, la casa municipal y una replica de una escultura del cacique muisca Guatavita. Atravesamos unos arcos y bajamos unas escaleras hasta llegar a otra plaza donde se encuentra el centro artesanal, que al ser temprano aún estaba cerrado. También rodea esa plaza el Teatro, la entrada a la iglesia, un restaurante y el museo del pueblo.




Regresamos a la guagua y nos fuimos a la Reserva Forestal Laguna Guatavita que se encuentra como a 8 kilómetros del pueblo. La entrada a la reserva nos costó COP$17,000 y nos indicaron que no había guía, que siguiéramos el sendero que nos llevaría a la laguna. Caminando el sendero apreciamos la fauna y la flora de la reserva. Parte del sendero era una subida que quitaba el aliento, donde tuvimos que hacer varias paradas para retomar el aliento. Luego de 40 minutos caminando llegamos a la laguna.

La laguna Guatavita era el sitio ceremonial en el que los indígenas adoraban a Chie, su diosa del agua, por medio de ceremonias que originaron la leyenda de El Dorado y según la cual el cacique muisca llegaba acompañado de cuatro sacerdotes en una balsa de madera, antes de sumergirse impregnado en oro y cargado con los tesoros que recogía de la comunidad con el fin de abandonarlos en el agua como ofrenda y símbolo de adoración. Para los nativos el trabajo en oro no representaba valor económico sino una forma de acercarse a sus dioses.

La historia de las ofrendas llegó a oídos de los conquistadores españoles, quienes organizaron expediciones para llevarse las joyas preciosas que los antepasados diseñaron durante muchos años. En efecto, se dice que en uno de los primeros saqueos ordenados por Felipe II se extrajeron catorce cargas de oro.
Tomamos fotos de la laguna de todas las esquinas que pudimos, dábamos dos o tres pasos y parábamos a tirar más fotos. También era que como estábamos cansados por la caminata, mientras más tiempo pasáramos sin caminar, mejor. La realidad es que no se llega precisamente a la laguna, sino que llegamos a un punto mucho más alto desde donde se tenía una vista panorámica de ella. Hay tres miradores en el sendero y cada mirador ofrece unas vistas espectaculares.

Dejamos la laguna atrás y seguimos el sendero hasta llegar al otro lado de la reserva forestal donde el chofer nos estaba esperando durmiendo dentro de la guagua. En ese estacionamiento hay un kiosco donde un señor junto a sus hijas pequeñas venden artesanías. Si les interesa comprar algún recuerdo, apoye a esa familia comprándolo ahí.

Seguimos el recorrido, por una hora y media adicional, hasta que llegamos a la Catedral de sal de Zipaquirá. La catedral es solo una parte del Parque de la Sal de Zipaquirá. Otras atracciones del parque son el Museo de la Salmuera, el embalse, el Domo Salino, la Mina y el area del bosque. La entrada nos costó COP$50,000 e incluyó la visita a todas las atracciones del parque aunque nosotros no visitamos el museo, el embalse ni el bosque.

La mina de sal actual fue inaugurada en el 1995 luego de que cerraran la primera debido a su inestabilidad. Esta nueva edificación está a 180 metros bajo tierra. Para construirla se extrajeron 250 mil toneladas de roca de sal. Actualmente la mina es la mayor reserva de roca de sal del mundo.

La visita a la mina de sal se hace en grupos y cada grupo es dirigido por una guía la cual va explicando la historia de la mina y detalles de la misma. Iniciamos el recorrido atravesando un túnel, con un fuerte olor a la sal, hasta llegar al viacrucis. En los túneles de la mina hay estaciones representativas a las del viacrucis con esculturas religiosas talladas por los mineros. En algunos casos hay que usar mucho la imaginación para poder “ver” las imágenes en la roca tallada.

Al final del viacrucis hay tres naves, la del nacimiento y bautismo, la de la vida y la muerte, y la de la resurrección. En una de ellas hay un ángel guardián tallado por un escultor italiano. En la nave central, que simula una iglesia con sus bancos y altar, tiene la cruz más grande del mundo tallada en la pared.


Luego fuimos a ver el espejo de agua que se encuentra en la misma mina. Este espejo tiene una concentración de 310 gramos de sal por cada litro de agua y simula un espejo perfecto que al recibir un poco de luz refleja las paredes y los techos de sal generando un efecto de profundidad.

Lo último que visitamos en la mina fue el espectáculo de luces. El espectáculo consiste en una malla con tecnología Led, desplegada en el techo a más de 16 metros de altura , donde se recrean diferentes eventos e imágenes de Colombia. A las seis de la tarde salimos de la mina, y ya el chofer nos estaba esperando con la guagua. El regreso a Bogotá fue mas corto que cuando fuimos de Guatavita a Zipaquirá, en poco menos de una hora ya estábamos en el apartamento.
Esa noche, que era la última en Bogotá, nos fuimos a cenar a la Central Cevichera que está localizado en la Zona T a unas pocas cuadras de donde nos estábamos quedando. El ceviche no nos encantó, creo que fue porque estamos acostumbrados al ceviche peruano que es un estilo diferente. El que probamos en el restaurante tenia limón, mayonesa y ketchup. Esa noche empacamos porque al día siguiente salíamos hacia Medellín.
Puedes ver el itinerario completo de los siete días en Colombia haciendo click AQUÍ
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