El día más esperado había llegado, tocaba guiar hasta el aeropuerto O’Hare de Chicago, que me queda a una hora y media de casa, para coger el vuelo con destino Beijing. No sin antes ir a los respectivos cuidos de mis perros para dejarlos por las dos semanas que duraría el viaje. Tan pronto los dejé, me fui directo a Chicago que, por ser fin de semana, no había mucho tráfico en el expreso.
Llegué al aeropuerto a eso del medio día, hice check in en el mostrador de la aerolínea Hainan y me quedé en el área esperando a mis amigos, que habían viajado desde Puerto Rico el día anterior y se habían quedado en un hotel muy cerca al aeropuerto. Ellos llegaron en menos de diez minutos, hicieron check in y procedimos a entrar. Pasamos TSA (controles de seguridad en los EE. UU.) y nos fuimos directo al VIP Lounge donde estuvimos cerca de una hora comiendo y bebiendo cervezas gratis hasta que nos fuimos a la puerta de embarque.
Estando ya en la puerta de embarque nos dimos cuenta que el vuelo había sido atrasado media hora. Esperamos pacientemente hasta que llegó el momento de abordar. El avión era nuevo, tenía todo lo último en la tecnología. Los asientos eran súper cómodos y la comida que dieron fue muy buena. Estuvimos sentados en el avión por 14 horas mientras sobrevolábamos Canadá y Rusia hasta que llegamos al segundo aeropuerto más transitado del mundo, el Aeropuerto Internacional Beijing Capital.
Pasamos migraciones donde nos poncharon el pasaporte y procedimos a buscar el equipaje. Al salir del terminal nos encontramos con las personas que enviaron del hotel a recogernos. Como éramos siete personas tuvieron que enviar dos vehículos por nosotros. Nos echamos poco más de una hora en llegar al 161 Wangfujing Courtyard Hotel. Hicimos check in, fuimos a los respectivos cuartos a dejar el equipaje y salimos a dar un paseo nocturno.
Salimos hasta la calle principal y caminamos en dirección a la Plaza Tiananmen. En el camino paramos en un cajero automático a sacar dinero. Las tarjetas de débito funcionaron sin ningún problema en los cajeros durante todo el viaje. Nos dimos cuentas que aún faltaba bastante para llegar a la plaza así que nos metimos en la primera estación del metro que vimos, pagamos los ¥3 del ticket y llegamos a la esquina de la plaza en menos de 5 minutos.
La plaza estaba rodeada por una extensa verja y no pudimos recorrerla. Apenas la pude ver porque estaba al otro lado de la calle y la plaza es inmensa. Lo que si pudimos hacer fue ver la Puerta de la Paz Celestial, mejor conocida como la Puerta de Tiananmén, que da acceso por el sur a la Ciudad Imperial. La puerta es símbolo oficial del país y aparece en el escudo nacional.
Para acercarnos más a ella tuvimos que cruzar un túnel que nos llevó al otro lado de la avenida. Al ser de noche, estaba cerrada la puerta, pero la tenían toda iluminada. En el mismo centro de la puerta hay una foto enorme de Mao Zedong quien proclamó la república popular en la Plaza Tiananmén en el 1949.
Tomamos decenas de fotos y caminamos una cuadra adicional hasta llegar al Centro Nacional de Artes Escénicas. Al ser ya tarde en la noche estaba cerrado, pero nosotros lo que queríamos era ver el edificio iluminado. Resulta que esa noche no lo iluminaron y nos tuvimos que conformar con tomarle fotos en la oscuridad.
Ya estábamos cansados y decidimos regresarnos. Al llegar a la estación del metro vimos que ya estaba cerrado. No nos quedó más remedio que caminar por 40 minutos hasta el hotel. Estábamos hambrientos, pero al ser ya más de las 10pm estaba todo cerrado y nos conformamos con pararnos a mitad de caminata en un Seven Eleven donde nos compramos unas papas Pringles, refresco y agua. Esa fue nuestra primera cena en China. Llegamos al hotel y, luego de un baño, caí rendido en la cama.
El itinerario del viaje lo puedes ver AQUÍ.
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Que monos son tus perros. Tengo muchas ganas de leer todo sobre tu viaje. ¡Un saludo!
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Gracias, mis perros son como mis hijos! Maya is a golden retriever Creo que leí que es tu raza de perro favorita. 🤗 Hugo es un chocolate labrador.
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Me encantan los goldens y dentro de un año tendré uno 😀 😀 😀 Los labradores son amables.
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