Como todos los años desde el 2013, año en que me mudé a Estados Unidos, el último viaje del año me llevaría de regreso a casa, a Puerto Rico. Como la mayoría de las veces que viajo, laboré ese día y al salir del trabajo me fui guiando hasta el aeropuerto internacional Chicago O’hare. Llegué sumamente temprano al aeropuerto, y estuve caminando por todo el terminal porque cambiaron la puerta de abordaje del vuelo en tres ocasiones. A las 10pm comenzó el abordaje y a las 10:42pm salió el vuelo con destino a San Juan. Fue un vuelo de cuatro horas y media donde apenas pude dormir dos de esas horas. Aterricé en el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín a las 4:26am y ya mi amigo Edwin estaba allí esperándome. Del aeropuerto fuimos directo a casa de Edwin y caí rendido en la cama hasta el medio día.
Me levanté con un hambre brutal y nos fuimos comer las delicias del caribe, mariscos. Fuimos a una especie de placita llamada Amelia Waterfront donde hay varios quiscos de comida y bebida. No recuerdo si el quisco donde ordené comida tenía nombre, pero solo son como 4 establecimientos y me pareció que vendían el mismo tipo de comida. Ordené una alcapurria de carne, un plato de pulpo y carrucho con tostones y una cerveza Medalla. Esa comida me supo a gloria, llevaba más de un año sin comer esos mariscos y sin beberme una de esas cervezas.
Tras el manjar de diosas nos fuimos a Isla de Cabras que se encuentra muy cerca de donde estábamos almorzando. Isla de Cabras es una isleta que se encuentra en la entrada de la bahía de San Juan. Está clasificado como parque nacional y Sitio Histórico Nacional. Para acceder a la isleta tuvimos que pagar $4, y ese costo es por vehículo para poder estacionarse, no por persona. En la isla se encuentra El Cañuelo, una fortificación parecida a El Morro (localizado en al otro lado de la bahía) pero más pequeña, que protegía parte de la bahía. También están las ruinas del Leprocomio, que fue construido en el 1883 por el primer gobernador de Puerto Rico para atender una colonia de leprosos que se habían asentado en la isla. Y por supuesto que hay una playa perfecta para pasar un día relajado bajo el sol. Y una de las mejores atracciones es la vista que se tiene de la bahía y El Morro.
De Isla de Cabras nos regresamos a la casa y allí estuvimos bebiendo un rato y a la noche nos fuimos al concierto de Daddy Yankee en el Coliseo de Puerto Rico. Con más de dos meses de anticipación habíamos comprado los boletos del concierto. Daddy Yankee rompió record de presentaciones con 12 funciones en el mismo mes, y nosotros fuimos a la penúltima función. En total, el Coliseo vendió 140,000 entradas para la serie de conciertos, lo que fue otro récord. El concierto abrió con la canción Jefe y durante las casi tres horas de concierto Daddy Yankee interpretó no solo las canciones más recientes, si no que nos llevó a un viaje a nuestro años en la universidad (principios de la década del 2000) con las canciones que nos puso a bailar reggaetón todos los jueves en las barras y pubs de la Calle Bosque en la ciudad de Mayagüez, cuna del Recinto Universitario de Mayagüez, universidad a la cual asistimos y donde nos conocimos. A la función que fuimos llevó dos artistas invitados, Nati Natasha y Nicky Jam. Tras el concierto nos fuimos a una barra cercana donde terminamos la noche comiendo nachos y bajándolos con cerveza.
Y este fue solo el comienzo de mis vacaciones. Al día siguiente tendría que ir al Muelle Panamericano a abordar el crucero Norwegian Epic donde pasaría los próximos siete días navegando el Caribe y visitando países donde nunca había estado.
El itinerario de los siete días en crucero los puedes ver AQUÍ.
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Espero poder volver a PR un día. Qué isla más bonita.
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