Cienfuegos es la única ciudad de Cuba que fue fundada por los franceses. La Perla del Sur es una ciudad hermosa, con un arquitectura totalmente diferente a otras ciudades que visitamos en el país. La mantienen bien limpia y fue la ciudad que más me gustó.
En la casa particular de Cienfuegos también coordinamos para que nos prepararan desayuno los dos días de nuestra estancia. Las dos señoras que nos atendieron, empleadas de los dueños de la casa, eran un amor, muy amables, serviciales y preparaban unas batidas de frutas naturales que estaban para chuparse los dedos.
Luego del desayuno, conducimos por 15 minutos hasta llegar a Punta Pasacaballo. En Pasacaballo se coge el ferry que cruza el estrecho de la Bahía de Cienfuegos y conecta con Jagua. No hay estacionamiento, pero en el Islazul Hotel Pasacaballo se puede dejar el vehículo estacionado por 1 CUC. Del hotel, bajamos por unas veredas hasta llegar al pequeño muelle.
El ferry se acababa de ir, pero en menos de 20 minutos ya estaba de regreso trayendo personas desde el otro lado del estrecho. Para entrar al ferry pagamos 1 CUC, y en unos cuantos minutos ya estábamos en Jagua. Subimos una pequeña cuesta y de frente teníamos al Castillo de Jagua.
El castillo fue construido en el siglo 18 para defender la zona de los posibles ataques piratas y británicos, siendo en aquel entonces la tercera fortaleza más importante del país, después de la de Santiago y La Habana. Actualmente alberga el Museo Histórico Militar y cuenta con colecciones de armas, artes de pesca e historia. El castillo tiene seis salas con exposiciones, una capilla, una celda de tortura, un pozo y hasta un puente levadizo. La entrada al castillo nos costó 5 CUC y la visitada es guiada. Al terminar la visita, justo cuando ya estábamos a punto de irnos, una de las empleadas del castillo nos mostró como funcionaba el puente levadizo y yo fui el elegido para cerrarlo y abrirlo.
Bajamos del castillo hasta el muelle para esperar el ferry. Mientras esperábamos, estuvimos entretenidos viendo a un grupo de niños tirándose desde el muelle al agua, una y otra vez. Si hubiese tenido mi traje de baño me hubiese tirado con ellos al agua.
Luego de cruzar el canal en el ferry, y recoger los carros, ya de camino al centro de Cienfuegos, nos paramos en el Parque Laguna Guanaroca. Este parque es el área protegida más importante de la Provincia de Cienfuegos y está categorizado como un Refugio de Fauna. El tour nos costó 10 CUC e incluyó un guía que nos hablaba acerca de la flora y fauna del parque mientras íbamos caminando por el sendero hacia la laguna y un paseo en canoa para avistar las aves más famosas de la laguna, los flamencos rosados.
El bote era pequeño, así que nos dividimos 2 personas por bote. Nosotros no tuvimos que remar nada, el bote viene con un guía que también es el que rema. Al principio en la laguna no veíamos ningún flamenco, pero luego de estar en la laguna por 15 minutos entonces comenzamos a ver los flamencos. Pasamos alrededor de 20 minutos observando y retratando las aves y luego regresamos a tierra firme.
Salimos de la laguna y nos paramos a comer es un restaurante que vimos al lado de la carretera. Luego seguimos hasta la casa particular donde dejamos los carros estacionados y nos fuimos a recorrer la ciudad caminando. Comenzamos recorriendo el famoso Paseo del Prado. Este paseo es considerado una de las arterias más importantes y atractivas de la ciudad de Cienfuegos. Está rodeado por numerosas construcciones de gran valor cultural e histórico como el Teatro Luisa entre otros. También tiene varios monumentos como la estatua del músico Benny Moré y el monumento al alcalde Ceferino A. Méndez.
Mientras íbamos caminando vimos la Heladería Coppelia. Como no fuimos a comer mantecado en la Coppelia de la Habana pues decidimos entrar y comer en la heladería de Cienfuegos. Es sumamente económica, nuestro mantecado solo costó 3.60 pesos (1 CUC = 24 pesos moneda nacional). Y lo que pedimos fue una ensalada, que es una platito hondo con 5 bolas de mantecado y hasta con una galleta tipo biscotti adornaron el mantecado.
Terminamos el mantecado y bajamos por la calle peatonal Bulevar hasta llegar al Parque José Martí. Este parque, al igual que el Céspedes en Trinidad, es una plaza. En un pasado se le llamó Plaza de Armas y Plaza de Recreo. El parque tiene varias construcciones como el monumento a José Martí, los dos leones que trajeron desde Nueva York en el 1862, una glorieta, el arco del triunfo dedicado a la independencia del país y varios bustos de personas ilustres.
En los alrededores está la Catedral de la Purísima Concepción, el Teatro Tomás Terry, el Colegio San Lorenzo y el Palacio de Gobierno. Al palacio intente entrar para ver el lobby por dentro pero la policía no me dejó ni tan siquiera tomarle una foto al interior desde la acera. Aunque tenía las puertas abiertas no permiten la entrada.
Desde el parque bajamos por la calle San Luis hasta llegar al Muelle de la Patana. En ese muelle se toma el ferry para ir a Cayo Carenas y a Pasacaballos. Pero además de servir como puerto de transporte, tiene unos banquitos a lo largo del muelle donde las personas se sientan a pasar un rato agradable y a ver el atardecer. Nosotros estuvimos hasta que comenzó a anochecer y entonces nos regresamos a la casa particular.
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