El último día en Cienfuegos decidimos pasarlo en la playa. Antes de salir a la playa dejamos las maletas todas juntas, organizadas y listas, en uno de los dos cuartos que teníamos en la casa particular. En esta ocasión, los que estaban quedando en la otra casa particular, subieron dejar sus maletas y desayunar con nosotros.
Fuimos a la playa Rancho Luna, que ya la habíamos visto el día anterior porque queda de camino para ir a Pasacaballo. Esta es la playa mas famosa de la ciudad y sus aguas son de un tono un azul turquesa y la arena fina. Está rodeada por corales que forman espectaculares barreras, pobladas por especies de todos los tamaños y colores, a lo cual se suma los barcos hundidos existentes en la zona. También es posible admirar en la región el coral de columna más grande de todo el continente americano, con 5 m de alto, llamado Notre Dame. Si lo tuyo es el buceo, practicarlo en esta playa debe ser obligatorio.
Pero como lo nuestro no es el buceo, pues nos quedamos en la playa bebiendo cerveza local, disfrutando del paisaje, y recordando los días que llevábamos en Cuba.
Después de pasar varias horas en la playa nos regresamos a la casa particular a buscar las maletas y darnos un baño. Y luego dejamos la casa atrás tras partir hacia La Habana. Tras casi una hora guiando nos paramos a comer en una paladar que vimos en el camino. Como en todos los paladares, bueno, bonito, barato y un servicio excepcional.
Conducimos por tres horas más hasta que llegamos a la casa particular en La Habana. Acomodamos el equipaje en cada cuarto y nos fuimos a dar una vuelta por el malecón que estaba repleto de personas, como que era viernes en la noche. Y con ese paseo nocturno terminamos nuestro penúltimo día en Cuba.
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